Carisma Teresiano

Interioridad: Es la capacidad humana de introspección para descubrir el mundo interior y para desarrollar una actitud contemplativa hacia el exterior, posibilitando la relación interpersonal profunda con Dios, en la que se revela a la persona su verdadera identidad de hija muy amada. Este proceso facilita el propio conocimiento desde la auto aceptación y la reparación generando una transformación interior que se expresa en la salida de si, para ir al encuentro del/la otro/a en actitud de apertura y acogida, descubriendo su misión de ser para los demás, su talante solidario y su acción en favor de la construcción del Reino.

Relacionalidad: Aspecto distintivo de la espiritualidad teresiana, que concibe a la persona desde su relacionalidad, es decir, necesitada de establecer relaciones generadoras de vida consigo misma, con Dios, con la naturaleza, con los/as otros/as y con el cosmos. Se construye y realiza en el encuentro vivido en amistad. La relación fundada en el amor, libera a la persona y le permite desplegar todo su potencial, capacitándola para amar.

La persona es el centro de toda acción educativa: Significa reconocer la dignidad y “hermosura”12 de todo ser humano, su vocación de hijo/a de Dios. Reconocer a toda persona humana como sujeto de educación, capaz de tomar la vida en sus manos, de comprenderse y crecer en su cultura.

Diálogo y compromiso con la realidad sociocultural: Vivimos en un mundo plural, una realidad compleja y multicultural, con diversidad de cosmovisiones, religiones, ideologías, en la que Dios sigue estando presente y se revela. La propuesta educativa que se ofrece ha de ser elaborada desde una visión abierta a la realidad, no sólo local, sino mundial, dejándonos impactar por ella para responder comprometidamente.

Vivencia de los Valores: Verdad, Fortaleza, Solidaridad, Alegría, Humildad, Magnanimidad: Virtudes constitutivas de la personalidad de Santa Teresa, y que identifican a los miembros de la Familia Teresiana, como lo soñara Enrique de Ossó.

Educación Humanizadora, Liberadora y Transformadora: La educación teresiana se define con estas características como consecuencia de su opción por el respeto y la promoción de la dignidad humana. Fue inspirada para educar a personas que sean capaces de situarse ante la realidad con una mirada positiva y crítica, y de comprometerse en la transformación de estructuras sociales que generan exclusión y sufrimiento.

Educamos educándonos en comunidades que aprenden: La educación teresiana se vive en comunidades que aprenden porque se considera a sí misma como un organismo vivo que interactúa dinámicamente con el medio, afectando y viéndose afectada por éste, lo cual exige apertura a la novedad, transformación, cambio, flexibilidad y adquisición de nuevos recursos que ayuden al organismo a reinventarse y responder adecuadamente a las demandas de un entorno en permanente evolución sin perder su identidad ni orientación que dan sentido a su existencia.